En un espantoso futuro, en Ciudad de México, ciudad-chiquero, ciudad-cloaca, Mariana despierta en una nueva prisión. Adicta a la droga llamada maíz, sanguinaria asesina a sueldo chilena, es elegida por el gobierno para llevar a cabo una serie de peligrosas misiones de espionaje cibernético. Las misiones implican penetrar en las redes biológicas de entidades superpoderosas como el Banco de México, La Nato, la Chrysler y finalmente, el Ygdrasil, entidad madre que hará de todas las mentes pura energía para su supervivencia. Algo está poniendo en jaque un sistema por demás inestable, y Mariana debe averiguarlo. En esas misiones Mariana pone cerebro y cuerpo, que son abusados y destrozados una y otra vez. La acompañan un selknam y el espíritu de un joven alemán muerto en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Nadie es bueno Ygdrasil. Todos responden a inmundos intereses que de nada les servirán para sobrevivir, porque finalmente todos serán parte de Ygdrasil. Mariana está predestinada a ser la reina de la colmena humana. Sumergida en líquido amniótico, incrustada en su trono con la joya en la frente de Lucifer; médium, proxy definitivo.
